La semana arrancó con la noticia del gran debacle electoral del PSOE, pero de eso hace ya más de mil años. Por encima de los acontecimientos de la semana, mi mundo se vio afectado por el anuncio de mi amigo Carlos de que se debatía con un cáncer de colón. Así es la vida y su futilidad, la vida y lo que realmente importa. De repente una circunstancia propia cobra una relevancia mucho más allá de lo que para los medios de nuestro mundo es noticia.
Carlos me contó que los médicos habían detectado a tiempo el cáncer, que habían empezado a darle quimioterapia y que el tratamiento había estado a punto de reventarle el aparato digestivo. Lo complicado de combatir el cáncer es que si no te tratan con diligencia los médicos, lo que debería ser la cura puede acabar contigo. Y lamentablemente, como en tantas otras profesiones, no siempre hay vocación a la hora de desempeñar su trabajo. Pero en el caso de los médicos se trata de tu vida.
Mi amigo tuvo que huir del hospital y los médicos de su entorno. Aquellos que, supuestamente, velaban por su recuperación casi lo liquidan. Buscó refugio en Pamplona y los expertos de aquella clínica y las cosas van mucho mejor. Ahora, pronto, arrancará la radioterapia y después la operación para extirparle el tumor. En resumen, una lucha sin cuartel contra una enfermedad cuyo nombre ya hiela sangre.
Pero me animo, sobremanera, la actitud de lucha que percibí en la voz de mi amigo. Él, no sólo es un iluminado ingeniero e inventor, no sólo es una bellísima persona, además de ser mi amigo, ahora es un luchador nato, y lo noté en su voz.
Su actitud y su animo me impulsa a luchar en otro frente. Un frente que no todos conocen, que no todos aceptan, pero que yo sé que está ahí, es el frente espiritual. Yo creo en un Dios que no es ajeno a nuestras necesidades. Yo sé cuales son las necesidades de mi amigo y conozco las mía, sé lo mucho que lo necesitan su esposa, hijos y sus seres más cercanos. Mi necesidad, y la de Carlos y los suyos, es que venza el cáncer y siga siendo por muchos años mi amigo, esposo, y padre que conocemos.
Cómo una necesidad colectiva, una necesidad loable y, ciertamente, dentro de la voluntad de mi Dios, imploró con muchos, que ya conocen la situación de mi amigo, para que la sanidad sea completa y total. Mi frente espiritual quedará abierto en oración delante de mi Dios por mi amigo hasta que el Altísimo conteste conforme a su voluntad. Y doy las gracias a todos que me acompañan en esa lucha.
Mi confianza está completamente puesta en Dios. Él guiará a los médicos. Él obrará en el cuerpo de Carlos. En estos momentos de necesidad es cuando más cerca percibo la presencia de Dios, y espero que Carlos también lo sienta. Para eso están los amigos ¿verdad?
A todos gracias y que Dios os bendiga.